Luego del trágico episodio del pasado domingo en el balneario de Piriápolis, donde un joven que realizaba picadas ilegales terminó muriendo acribillado a balazos, nuevamente se instala en distintos ámbitos la discusión sobre “la moda” de la velocidad en espacios prohibidos.
Volvió al tapete el pedido de un espacio para tales actividades, aunque ello llevaría de la mano el incremento de los controles para evitar, en ese caso, la continuación de las violaciones a las normas de tránsito.
Mientras, por culpa de las “picadas”, directa o indirectamente se perdió otra joven vida.
La muerte de Michel Sebastián Mariño Olivera (23) quien realizaba “picadas” ilegales por la rambla de los Argentinos en Piriápolis el pasado domingo, y fue muerto a balazos por un Policía durante un operativo desatado luego que desoyera al menos dos órdenes de detenerse, puso nuevamente “la moda” de la velocidad en el primer lugar de las discusiones en los más diversos ámbitos.
Piriápolis vuelve a ser golpeado por un hecho extremadamente violento que no registra antecedentes, pero, la verdad, principio tienen las cosas. El joven fallecido pretendió burlar algunos controles policiales que apuntaban a llamarle la atención por su intento de “picar” en plena Rambla de los Argentinos, durante un fin de semana de gran movimiento, porque se iniciaban las vacaciones de primavera, y había una exposición -tradicional- de tunning. El homicidio que cometió un efectivo policial es harina de otro costal, porque definitivamente fue eso: un homicidio que para muchos aún no tiene explicaciones.
Ciudadanos de todas las edades, comenzaron a coincidir en que, así como este joven perdió tan injustamente la vida acribillado a tiros por la espalda por un policía, otros han dejado de existir por el mismo origen: las picadas ilegales. Un apreciado joven de Maldonado, sin ir más lejos, perdió la vida meses atrás cuando tripulando su camioneta VW Sabeiro, “picaba” junto a un amigo en la Ruta 39, entre San Carlos y Maldonado.
Otros, motonetistas amantes de la misma modalidad, han sufrido lesiones de todo tipo que no están en las estadísticas, por haber protagonizado accidentes durante las picadas.
La mayoría de los maldonadenses exige que se legisle al respecto y que haya sanciones severas para quienes realizan “picadas” en calles, avenidas o rutas del departamento.
Cada día, pero fundamentalmente los fines de semana, autos, camionetas y motos “preparados”, protagonizan picadas en los lugares más insólitos, poniendo en riesgo no solo su propia vida, sino la de peatones, automovilistas o vecinos. Los operativos, cuando se realizan, no ponen fin al problema y parecen poco efectivos.
Muchos vecinos se preguntan como pueden circular regularmente, vehículos que tienen alterados sus parámetros de fábrica, como frenos, amortiguadores o luces, y lo que es peor, no cuentan con placas como exige la ley.
Los amantes de esta modalidad, por su parte, entienden que tienen derecho a hacer eso, en tanto no haya un lugar adecuado para tal fin; remarcan que son demasiados y que es una actividad que se ha extendido en todas partes.
Ellos gastan miles de dólares en transformar (o deformar) sus vehículos en peligrosos bólidos.
LA PISTA DE PICADAS
Años atrás, se manejó insistentemente la posibilidad de concretar una pista de “picadas” en la ex pista del aeropuerto de El Jaguel, donde de hecho, esporádicamente hay grandes concentraciones de vehículos, llevando igualmente adelante esta actividad.
Para colmo, allí están depositadas las gigantescas barras de cemento que son utilizadas para los circuitos callejeros que se arman tanto en Punta del Este o en Piriápolis cuando se realizan competencias oficiales.
La probabilidad de que en esa zona se concrete un proyecto de esas características, está en un impass por la sencilla razón de que allí, está previsto erigir el anhelado Centro de Convenciones y Predio Ferial de Punta del Este. Y en el entorno, seguramente habrá otros desarrollos.
No parece fácil, entonces, concretar una pista de esas características, aunque bueno es decirlo, tampoco es imposible.
En este marco, comienzan a surgir alternativas y a mencionarse otras zonas como posible asentamiento de una pista para picadas: se habla de la antiquísima pista de automovilismo de Piriápolis, hoy abandonada, ubicada detrás del cerro San Antonio; o algún tramo de viejas rutas que hoy no están habilitados para el tránsito, en varios puntos del departamento.
También surge la pregunta: ¿una pista para picadas, detendrá efectivamente a los inconscientes que practican hoy esta actividad casi con impunidad absoluta?.
Mientras la discusión se ha instalado, hay por otro lado quienes ya proponen, mucho antes de encontrar una definitiva solución, que la pista se denomine Michel Mariño, en homenaje al joven asesinado el domingo en Piriápolis.
ريكاردو ألمادا