jueves, 23 de septiembre de 2010

EL TEMA NO ES PICAR O NO PICAR, SINO DONDE HACERLO Y COMO HACERLO

Luego del trágico episodio del pasado domingo en el balneario de Piriápolis, donde un joven que realizaba picadas ilegales terminó muriendo acribillado a balazos, nuevamente se instala en distintos ámbitos la discusión sobre “la moda” de la velocidad en espacios prohibidos.
Volvió al tapete el pedido de un espacio para tales actividades, aunque ello llevaría de la mano el incremento de los controles para evitar, en ese caso, la continuación de las violaciones a las normas de tránsito.
Mientras, por culpa de las “picadas”, directa o indirectamente se perdió otra joven vida.

La muerte de Michel Sebastián Mariño Olivera (23) quien realizaba “picadas” ilegales por la rambla de los Argentinos en Piriápolis el pasado domingo, y fue muerto a balazos por un Policía durante un operativo desatado luego que desoyera al menos dos órdenes de detenerse, puso nuevamente “la moda” de la velocidad en el primer lugar de las discusiones en los más diversos ámbitos.

Piriápolis vuelve a ser golpeado por un hecho extremadamente violento que no registra antecedentes, pero, la verdad, principio tienen las cosas. El joven fallecido pretendió burlar algunos controles policiales que apuntaban a llamarle la atención por su intento de “picar” en plena Rambla de los Argentinos, durante un fin de semana de gran movimiento, porque se iniciaban las vacaciones de primavera, y había una exposición -tradicional- de tunning. El homicidio que cometió un efectivo policial es harina de otro costal, porque definitivamente fue eso: un homicidio que para muchos aún no tiene explicaciones.

Ciudadanos de todas las edades, comenzaron a coincidir en que, así como este joven perdió tan injustamente la vida acribillado a tiros por la espalda por un policía, otros han dejado de existir por el mismo origen: las picadas ilegales. Un apreciado joven de Maldonado, sin ir más lejos, perdió la vida meses atrás cuando tripulando su camioneta VW Sabeiro, “picaba” junto a un amigo en la Ruta 39, entre San Carlos y Maldonado.

Otros, motonetistas amantes de la misma modalidad, han sufrido lesiones de todo tipo que no están en las estadísticas, por haber protagonizado accidentes durante las picadas.

La mayoría de los maldonadenses exige que se legisle al respecto y que haya sanciones severas para quienes realizan “picadas” en calles, avenidas o rutas del departamento.

Cada día, pero fundamentalmente los fines de semana, autos, camionetas y motos “preparados”, protagonizan picadas en los lugares más insólitos, poniendo en riesgo no solo su propia vida, sino la de peatones, automovilistas o vecinos. Los operativos, cuando se realizan, no ponen fin al problema y parecen poco efectivos.

Muchos vecinos se preguntan como pueden circular regularmente, vehículos que tienen alterados sus parámetros de fábrica, como frenos, amortiguadores o luces, y lo que es peor, no cuentan con placas como exige la ley.

Los amantes de esta modalidad, por su parte, entienden que tienen derecho a hacer eso, en tanto no haya un lugar adecuado para tal fin; remarcan que son demasiados y que es una actividad que se ha extendido en todas partes.

Ellos gastan miles de dólares en transformar (o deformar) sus vehículos en peligrosos  bólidos.

LA PISTA DE PICADAS

Años atrás, se manejó insistentemente la posibilidad de concretar una pista de “picadas” en la ex pista del aeropuerto de El Jaguel, donde de hecho, esporádicamente hay grandes concentraciones de vehículos, llevando igualmente adelante esta actividad.

Para colmo, allí están depositadas las gigantescas barras de cemento que son utilizadas para los circuitos callejeros que se arman tanto en Punta del Este o en Piriápolis cuando se realizan competencias oficiales.

La probabilidad de que en esa zona se concrete un proyecto de esas características, está en un impass por la sencilla razón de que allí, está previsto erigir el anhelado Centro de Convenciones y Predio Ferial de Punta del Este. Y en el entorno, seguramente habrá otros desarrollos.

No parece fácil, entonces, concretar una pista de esas características, aunque bueno es decirlo, tampoco es imposible.

En este marco, comienzan a surgir alternativas y a mencionarse otras zonas como posible asentamiento de una pista para picadas: se habla de la antiquísima pista de automovilismo de Piriápolis, hoy abandonada, ubicada detrás del cerro San Antonio; o algún tramo de viejas rutas que hoy no están habilitados para el tránsito, en varios puntos del departamento.

También surge la pregunta: ¿una pista para picadas, detendrá efectivamente a los inconscientes que practican hoy esta actividad casi con impunidad absoluta?.

Mientras la discusión se ha instalado, hay por otro lado quienes ya proponen, mucho antes de encontrar una definitiva solución, que la pista se denomine Michel Mariño, en homenaje al joven asesinado el domingo en Piriápolis.

ريكاردو ألمادا

miércoles, 8 de septiembre de 2010

CUANDO PARA LA MEMORIA 5 VIDAS NO VALEN NADA

En el Puerto de Piriápolis
Aquel 23 de agosto de 2005 anochecía como otros días de cualquier invierno, aunque con muchos preparativos por la tan cercana Noche de la Nostalgia.

Ningún pronóstico meteorológico llamaba la atención; de hecho, no se cuantos uruguayos le prestarán atención alguna vez a los pronósticos, aunque desde entonces creo que todos tenemos una mirada diferente al respecto.

Dicen, que una empresa brasileña alertaba sobre la posibilidad de “algo”; pero claro, dicen que alertaba pero nadie lo dijo antes. Con los años nos hemos habituado a los alertas que según su importancia cambian de color: de verde a amarillo; de amarillo a naranja; de naranja a rojo.

Lo cierto es que aquel 23 de agosto, horas antes de la medianoche, de pronto el área costera del departamento de Maldonado se vio sumida en lo que se transformaría en una de las catástrofes más grandes que recuerde su historia.

Cada 23 de agosto -hace algunas semanas hizo 5 años de aquel hecho-, se recuerdan los daños, las pérdidas, lo que le costó a la Intendencia de Maldonado, al Estado, a todos los maldonadenses aquel verdadero desastre.

Recuerdo con pavor -y dolor- como con el paso del tiempo aquello tan duro que nos tocó vivir se politizó. En pocos meses, fundamentalmente el espectro político, dejó de lado todo para encarnizarse en una interminable discusión sobre los costos del fenómeno, y su incidencia en el déficit de la Intendencia de Maldonado… Satenil pasó a ser la palabra más pronunciada en muchos ámbitos y como por arte de magia “hizo desaparecer” cualquier herida, cualquier síntoma de dolor. Todo quedaba atrás mientras la infraestructura de las zonas afectadas comenzaba a recuperarse.

Lástima, todo eso me da lástima: porque para la memoria 5 vidas no valen nada; absolutamente nada.

LAS PERDIDAS MATERIALES
Una cantidad no cuantificada de viviendas y comercios con severos daños, decenas de yates, veleros y barcos de pesca destrozados o hundidos, cientos de árboles caídos, ramblas literalmente devastadas, rutas nacionales y calles cortadas por varias horas, 180 evacuados en todo el departamento y servicios esenciales interrumpidos casi por 24 horas, fueron algunas de las más graves consecuencias del violento temporal de viento que se abatió sobre Maldonado en las últimas horas del martes 23 de agosto de 2005 y las primeras del miércoles 24.

Según informaron autoridades meteorológicas de la estación Punta del Este, los vientos alcanzaron una intensidad de 180 kilómetros por hora, entre la hora 22.00 del martes y las 05.00 de la mañana del miércoles, fenómeno que no se registraba desde hacía 40 años.

Tengo miles de detalles de las pérdidas materiales, innumerables, millonarias; pero nadie nunca más recordó a las 3 personas que murieron aquella noche-madrugada de terror y las otras 2 que perecieron a los días siguientes por los efectos del fenómeno.

LAS PERDIDAS HUMANAS
Fueron 5 las vidas que se perdieron en el departamento de Maldonado a raíz del fenómeno, luego, analizado con tiempo, caratulado como un “ciclón extra tropical”.

La primera víctima fatal se produjo a la hora 3.00 del miércoles 24, cuando el viento aún golpeaba con ferocidad sobre toda la zona. En una zona de asentamientos de La Capuera, un pesado árbol cayó sobre la vivienda de José Bonilla de 53 años quien falleció en el acto.

En Pan de Azúcar un hombre de 60 años fue encontrado muerto en la calle sobre la madrugada del miércoles 24, electrocutado por un cable del alumbrado público que había caído.

En el balneario Playa Hermosa, a las 6.00 de la mañana del miércoles 24, fue encontrado muerto un hombre identificado como Luis Antonio Lasague. Se le diagnosticó paro cardiorrespiratorio por hipotermia.

El 26 de agosto, poco antes del mediodía, un hombre murió mientras trabajaba talando la copa de un árbol a la altura de la parada 27 de playa Mansa, entre las calles Cabritos y Cruz del Sur. José Suárez era uno de los varios cientos de trabajadores que por esos días fueron volcados a las calles, tanto por organismos oficiales como por empresas privadas para avanzar en el reordenamiento de las zonas más afectadas por el temporal de la madrugada del miércoles. Suárez estaba trepado a un árbol que amenazaba con caer encima de una finca, cortando grandes gajos de la copa, cuando en determinado momento una rama le dio un fuerte golpe que le provocó la caída y su posterior muerte.

La madrugada del domingo 28, dejó de existir una joven de solamente 19 años que al intentar ingresar a su casa en el barrio Maldonado Nuevo el viernes 26, resultó electrocutada por un cable de alta tensión que estaba en el suelo y no alcanzó a divisar. La joven, identificada como A.S.S.T., elevó a 5 el número de víctimas fatales.

De ellos, nunca nadie más habló. De ese déficit de sensibilidad y humanismo nadie más habló. Vivimos a un ritmo increíble, como si esto fuera la gran urbe, solo preocupados por nosotros mismos, y como si 5 vidas no valieran nada.


ريكاردو ألمادا